Casos
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Resumen
Es frecuente que durante el embarazo aparezca dolor lumbar o ciática.
Generalmente se debe a que la musculatura de la espalda se sobrecarga
y se contractura.
Entre los factores que pueden contribuir a que esto ocurra se encuentran
la relajación de los músculos
abdominales, la falta de potencia de los glúteos,
el aumento
de peso y el sedentarismo.
Lo mejor que se puede hacer para evitarlo es hacer ejercicios
siempre que no haya factores obstétricos que lo impidan.
También pueden aparecer dolores de espalda después
del parto, especialmente si el esfuerzo muscular ha sido muy grande,
si hay una dilatación excesiva de la pelvis o si se produce
una luxación
del coxis.
Durante el embarazo, aproximadamente un 71% de las mujeres padecen dolor en la zona lumbar, y un 46% ciática -dolor referido
o irradiado
a la pierna-. También es frecuente que el dolor aparezca después
del parto.
En la inmensa mayoría de los casos el dolor surge como consecuencia
de la contractura de la musculatura de la espalda, que puede
causar dolor por varios mecanismos. Una vez que el dolor ha aparecido,
y con independencia de los factores que lo desencadenaron, un mecanismo
neurológico puede hacer que persista hasta el final del embarazo
o también que aparezca dolor referido
a la pierna.
Sólo excepcionalmente el dolor es consecuencia de una alteración
orgánica de la columna vertebral. Dentro de su rareza, la alteración
orgánica que aparece con mayor frecuencia durante el embarazo es
la hernia
discal y los estudios
realizados demuestran que ocurre en menos de uno de cada 10.000
embarazos.
Tras el parto también es frecuente sentir dolor
en la zona baja de la espalda. Muchas veces se debe a uno o varios
de los mecanismos musculares que se revisan más abajo, pero a veces
es provocado por una luxación del coxis.
¿Qué aumenta el riesgo de dolor durante el embarazo y el parto?
Varios factores propios del embarazo y el parto pueden facilitar
que aparezca dolor lumbar, aunque hay pocos estudios que demuestren
cuál o cuáles de ellos son los más relevantes:
1. La relajación de la
musculatura abdominal.
- En condiciones normales, el equilibrio de la tensión de la musculatura
abdominal y de
la espalda
contribuye a que la musculatura se mantenga recta, del mismo modo
que lo hacen las cuerdas que sujetan el mástil de un barco.
- Esta relajación es necesaria para permitir el crecimiento de
la matriz o útero en las fases más avanzadas del embarazo,
pero si ya antes los abdominales eran poco potentes puede aparecer
muy precozmente. De hecho, también en la población general la falta
de una musculatura abdominal potente es un factor que aumenta el
riesgo de que el dolor aparezca
o persista más tiempo.
- La relajación de la musculatura abdominal hace que la embarazada
se arquee hacia atrás -en postura de hiperlordosis
(ver más abajo)- y use excesivamente la musculatura de la espalda
para mantener su equilibrio. Es similar a lo que ocurre con una
silla, que permanece estable cuando está apoyada en sus cuatro patas,
pero hay que corregir constantemente la postura si se la quiere
mantener en equilibrio sobre sus dos patas traseras.
- Estos mecanismos facilitan que la musculatura de la zona lumbar
se contracture
y aparezca dolor.
2. La hiperlordosis.
- La hiperlordosis aumenta la carga que soporta la columna vertebral
y, sobre todo, obliga a la musculatura de la zona lumbar a hacer
mayor esfuerzo del que sería necesario, lo que facilita su contractura
y puede desencadenar dolor en esa zona o dolor
referido a la pierna.
- En algunos casos, la hiperlordosis también puede sobrecargar
la articulación facetaria
y ésta puede llegar a dañarse y provocar un síndrome facetario.
Este síndrome también puede causar dolor en la zona lumbar y dolor
referido
a la pierna.
- Sin embargo, habitualmente es preciso mantener la sobrecarga
durante un período de tiempo mucho mayor que el que dura un embarazo
para que la articulación facetaria llegue a verse afectada,
por lo que difícilmente puede aparecer dolor debido a este mecanismo
en el embarazo si la articulación estaba previamente sana.
- Además, aunque esos mecanismos teóricos explicarían una relación entre la hiperlordosis y la aparición de dolor lumbar, la verdad es que en la práctica los estudios realizados no han hallado esa asociación; en el embarazo, la hiperlordois parece ser una postura de adaptación a la carga adicional que supone el propio embarazo, destinada a contribuir a mantener la espalda erguida con menos esfuerzo muscular, y el dolor lumbar no es más frecuente ni tiene un peor pronóstico (es decir, tampoco es más difícil de tratar) entre quienes muestran hiperlordosis que entre quienes no la presentan.
3. La falta de potencia de los glúteos.
- En condiciones normales, lo glúteos estabilizan la pelvis y aportan
un apoyo estable a la columna lumbar.
- Durante el embarazo, al aumentar el peso y variar la postura
de la columna vertebral, si la musculatura glútea es insuficientemente
potente puede ser incapaz de estabilizar la articulación sacro-ilíaca,
que fija la columna a la pelvis, lo que causa dolor en la zona
lumbar baja y las nalgas.
4. El sedentarismo y el reposo. Por motivos ginecológicos,
algunas mujeres deben guardar reposo durante el embarazo. Otras
lo hacen por hábito, sin motivo médico que lo justifique.
- El sedentarismo y el guardar reposo son en sí mismos factores
de riesgo para que aparezca
dolor de espalda y dure más.
- En condiciones normales, los nervios detectan el grado de tensión
de la musculatura. Esa información sirve para ser constante y automáticamente
consciente de la postura del cuerpo, lo que contribuye a mantener
las posturas de la forma más correcta y con el menor trabajo muscular.
El reposo deshabitúa a esos nervios y dificulta su función, por
lo que facilita la adopción inconsciente de posturas incorrectas
y la sobrecarga de la musculatura.
- Existen reflejos que coordinan la musculatura abdominal y la
de la espalda para mantener correctamente el equilibrio en reposo
y, más todavía en movimiento. El entrenamiento y la
actividad mantienen en buen estado esos reflejos. A la inversa,
el reposo dificulta el funcionamiento adecuado de los reflejos,
y facilita por tanto la sobrecarga de la musculatura.
- El sedentarismo y el reposo provocan con relativa rapidez una
pérdida de fuerza y masa muscular, y con ello aumenta la probabilidad
de que la musculatura se sobrecargue o lesione.
5. El aumento de peso. En un embarazo normal en el que la
madre sigue una dieta correcta, el aumento de peso no es relevante
hasta más allá del 5º mes y no suele exceder un total de 8 kilos.
- El aumento de peso hace que la musculatura de la zona
lumbar deba trabajar más y agrava la tendencia a su contractura
desencadenada por la relajación abdominal, la lordosis y el reposo,
especialmente si ya antes del embarazo la musculatura abdominal
y de la espalda no eran potentes.
- Además, en el embarazo el aumento de peso se localiza en la parte
anterior del cuerpo, lo cual produce una sobrecarga en la zona
delantera del disco intervertebral,
lo que aumenta la presión en la pared posterior del disco, que es
más fina que la anterior. Eso facilita que pueda originarse una
fisura,
protrusión o hernia discal, que puede provocar dolor lumbar
y ciática (dolor
irradiado a la pierna).
- En teoría, el aumento de peso también podría contribuir a agravar
una espondilolistesis
previamente existente. Sin embargo, eso no suele ocurrir si la espondilolistesis
es leve -grados
I y II- o la musculatura es potente.
6. Los conflictos de espacio. El aumento de volumen del
útero y la congestión de la pelvis pueden facilitar la compresión
de una raíz nerviosa y provoca ciática (dolor
irradiado a la pierna).
7. El parto. Es muy frecuente padecer dolor en la zona baja
de la espalda durante el parto e inmediatamente después. Varios
mecanismos pueden causarlo:
- Esfuerzo muscular: Algunos partos pueden suponer un esfuerzo
importante, que puede causar una contractura
muscular capaz de mantenerse durante varios días.
- Alteraciones en las articulaciones de la pelvis. Durante
el parto, la pelvis se dilata para permitir la salida del feto.
En condiciones normales, esa dilatación es mínima y se produce por
la relativa separación de los huesos que forman el pubis, en la
parte anterior de la pelvis. El desequilibrio relativo entre el
diámetro de la pelvis de la madre y el tamaño del niño es una de
las causas que pueden producir una dilatación excesiva de
la pelvis. Esta dilatación puede afectar a las articulaciones
sacroilíacas, en la parte posterior de la pelvis, que son las
que unen la pelvis a la columna vertebral. Si eso ocurre, puede
aparecer dolor y contractura muscular en la zona lumbar baja y las
nalgas.
- Excepcionalmente, el esfuerzo del parto puede desencadenar una
fisura,
protrusión o hernia discal. En ese caso, puede aparecer dolor
en la zona baja de la espalda o ciática (dolor irradiado
a la pierna).
- Luxación del coxis. Si durante el parto el paso
del feto empuja el coxis hacia atrás, estirando o rompiendo fibras
del ligamento que lo une al sacro, el coxis puede quedar desplazado.
Es lo que se denomina luxación del coxis y puede producir un dolor
intenso en la rabadilla, al final de la columna vertebral, sobre
todo al sentarse sobre una superficie dura.
¿Puede tener consecuencias negativas para la madre o el feto?
Para el feto, no. Para la madre, habitualmente tampoco.
Sólo en casos excepcionales, en los que existían previamente otros
factores de riesgo, o si no se aplica a tiempo el tratamiento adecuado,
el dolor causado por el embarazo o el parto desencadena mecanismos
neurológicos que pueden hacer que se perpetúe con independencia
de la causa que lo provocó.
Sin embargo, con las medidas preventivas y los tratamientos adecuados,
la inmensa mayoría de las dolencias de la espalda que aparecen durante
el embarazo o el parto se pueden evitar o tratar satisfactoriamente.
¿Las dolencias de la espalda pueden desaconsejar el embarazo?
Generalmente no suelen ser una contraindicación definitiva
al embarazo.
Se pueden plantear algunas alteraciones concretas de la columna
vertebral como contraindicaciones temporales, por cuanto
que conviene resolverlas antes del embarazo. Ese puede ser el caso
de:
- Las hernias
discales. La existencia de una hernia discal visible en una
resonancia magnética no
tiene importancia y no contraindica en absoluto el embarazo. Sin
embargo, si la hernia está dando síntomas, conviene tratarla antes
de quedar embarazada, pues es probable que el embarazo los agrave.
- Algunas espondilolistesis
que dan síntomas, son progresivas, o alcanzan los grados III ó IV.
La espondilolistesis en sí misma es irrelevante; sólo da problemas si a consecuencia de ella produce estenosis espinal y causa compresión de una raíz nerviosa desencadenando dolor irradiado a la pierna; la espondilolistesis no es una causa de dolor lumbar sino un posible factor de riego para padecer dolor irradiado a la pierna si provoca estenosis espinal. Si la espondilolistesis existe pero no da síntomas ni progresa,
sólo conviene insistir en la realización estricta de los ejercicios
adecuados para su control. En una sección de esta Web se muestran
ejercicios eficaces para fomentar la potencia, resistencia o elasticidad
de la musculatura abdominal y de la espalda, pero es preciso que un médico examine
a la paciente con espondilolistesis para determinar cuáles son los
ejercicios que debe hacer en su caso concreto.
En algunos casos de fibrosis
post-quirúrgica en los que los síntomas son muy intensos, resisten
a los tratamientos aplicados y dificultan la rehabilitación muscular,
la madre debe valorar su deseo de quedar embarazada aun a riesgo
de que pueda aumentar el dolor durante el embarazo debido a factores
mecánicos y a la imposibilidad de aplicar algunos tratamientos.
La madre y su médico deben valorar individualmente el efecto previsible
del embarazo para adoptar la decisión más adecuada a su caso concreto.
¿Qué hacer para prevenir o tratar el dolor de espalda durante
el embarazo?
Las medidas más eficaces para prevenir el dolor de espalda
en el embarazo y el parto son:
1. Evitar el reposo salvo que sea necesario por motivos
médicos.
2. Cumplir las normas de higiene
postural.
3. Hacer ejercicios para
entrenar y fortalecer los músculos cuyo funcionamiento depende
la espalda.
Algunos autores recomiendan el uso de fajas pélvicas (es
decir, no colocadas alrededor de la cintura, sino rodeando las caderas)
para ayudar a los glúteos en su función. Aunque de momento no hay
estudios que demuestren su eficacia, pueden usarse durante el embarazo
o después del parto, cuando el dolor se deba a la afectación de
la articulación posterior de la pelvis.
Aunque durante el embarazo no se pueden administrar algunos medicamentos
por los efectos perjudiciales que pueden tener para el feto, actualmente
existen tratamientos
capaces de tratar el dolor de espalda satisfactoriamente en esos casos, como la intervención
neurorreflejoterápica.
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