Esguince o Luxación del coxis (coxigodinia o coxidinia)
Qué es
La coxigodinia consiste en el dolor en la zona del coxis (la ”rabadilla” o extremo inferior de la columna vertebral), atribuido al esguince o luxación del coxis, y que a veces se acompaña de dolor referido a la zona lumbar.
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El coxis es el vestigio de lo que en los animales es la cola, y está unido al sacro por unos ligamentos (“sacro-coxígeos”) potentes e inervados por muchas fibras nerviosas.
Cómo se produce
El esguince de los ligamentos sacro-coxígeos consiste en el desgarro de los ligamentos que sujetan el coxis al sacro. La luxación del coxis consiste en la separación del coxis del sacro.
La causa más frecuente es un traumatismo directo (típicamente, caer sobre la rabadilla). No obstante, también se han descrito casos después del parto (atribuidos al paso del recién nacido por el canal del parto) o casos de causa desconocida (“idiopáticos”), en los que no se puede identificar una causa a la que atribuir el dolor.
No hay estudios científicos rigurosos sobre la coxigodinia y su tratamiento, de manera que muchos de los conceptos relativos a esta afección se basan en el conocimiento tradicional y en asunciones que tienen sentido biológico, pero que no han sido comprobadas científicamente.
Síntomas
Los ligamentos que unen el coxis al sacro están muy bien inervados, por lo que su distensión o desgarro pueden ser muy dolorosos. Una vez activados los nervios que transmiten dolor también puede desencadenarse la inflamación de la zona.
Típicamente, el dolor aparece en la zona de la rabadilla, habitualmente sin dolor referido a la pierna, y es más intenso al estar sentado, especialmente sobre una superficie dura, pues eso incrementa la distensión de los ligamentos o la presión sobre los ligamentos desgarrados. Justo después de producirse la luxación el dolor suele ser constante, aunque aumenta al aplicar presión sobre la zona o sentarse.
A veces se acompaña de dolor en la zona lumbar, que podría atribuirse a un mecanismo reflejo o a la sobrecarga de su musculatura a raíz de las posturas que el dolor del coxis incita a adoptar.
Además, se ha sugerido que ciertos aspectos psicológicos pueden facilitar que el dolor persista más tiempo o sea mayor su repercusión en la calidad de vida general del paciente.
Diagnóstico
Esencialmente clínico, por las características del dolor; aunque su intensidad varía mucho de un paciente a otro, la localización suele ser típica. Realmente, ninguna prueba complementaria (radiológica u otra) permite confirmar o descartar el diagnóstico con plena certeza.
Riesgos
No implica ningún riesgo en sí misma, aunque puede llegar a ser muy limitante mientras persiste.
La inmensa mayoría de los pacientes con “coxigodinia” evolucionan bien espontáneamente (se asume que a medida que va reparándose el desgarro del ligamento), y el tratamiento está orientado a hacer más llevadero ese período (y, eventualmente, acortarlo).
A los pacientes en que no evolucionan bien se les aplican distintos tratamientos, aunque las pruebas científicas sobre su eficacia son muy escasas.
Tratamiento
En primer lugar, se recomienda evitar cargar el peso sobre el coxis. Con ese fin, se recomienda evitar o reducir la sedestación, y usar dispositivos que amortigüen la carga sobre el coxis al estar sentado (como cojines de silicona o flotadores) . Sólo con eso, y con reducir o evitar esa carga durante el período que los ligamentos requieren para cicatrizar, la mayoría de los pacientes mejora o se recupera. También se usan analgésicos o antiinflamatorios durante las fases más agudas.
Para los pacientes en los que esa pauta de tratamiento no es suficiente para mejorar el dolor, se han propuesto muchos tratamientos; la fisioterapia, la “proloterapia” (un tratamiento consistente en la inyección de sustancias esclerosantes en los ligamentos, con la idea de producir una cicatrización fibrosa reactiva que los endureciera, y que ha demostrado ser ineficaz para el tratamiento del dolor lumbar), el tratamiento psicológico, procedimientos propios de Unidades del Dolor, como bloqueos nerviosos, radiofrecuencia o neuroestimulación, y la cirugía.
Sin embargo, no existen pruebas científicas que demuestren la eficacia (en comparación al placebo) o la efectividad (en comparación a otros tratamientos) de estas medidas, que se adoptan basándose en el convencimiento personal de los médicos que las aplican.
¿Qué casos hay que operar?
La cirugía se plantea en los pacientes en los que el dolor persiste de manera muy intensa y prolongada, resulta limitante y todos los demás tratamientos han fracasado.
En esos casos, lo que se suele hacer es extirpar quirúrgicamente el coxis. Los resultados reportados sugieren que la cirugía puede obtener algún grado de mejoría en hasta el 85% de los pacientes operados, siendo sus principales riesgos la infección y otras complicaciones de la herida post-quirúrgica (reportadas en aproximadamente un 11% de los casos operados).
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