Artrosis facetaria
Qué es
La artrosis facetaria consiste en la degeneración del cartílago que separa la articulación “facetaria”. Esta articulación está formada por las láminas de 2 vértebras superpuestas.
Cómo se produce
Es un proceso de “desgaste” similar a la “degeneración discal” sólo que afecta a las articulaciones posteriores (“facetarias”), en vez de a la porción anterior de la vértebra. De hecho, en condiciones normales existe una proporción entre el espesor del cartílago facetario y el disco intervertebral, por lo que se asume que el desgaste de uno de esos elementos puede facilitar la sobrecarga y posterior desgaste del otro.
Como la mayor parte de la carga es soportada por la porción anterior del disco (hasta el 80%), se asume que generalmente comienza antes la degeneración del disco intervertebral, y que su desgaste puede desencadenar o acelerar el de la articulación facetaria.
También se asume que la hiperlordosis aumenta la carga que soporta la parte posterior de la vértebra y las articulaciones posteriores, lo que podría acelerar la degeneración de su cartílago.
Síntomas
Tradicionalmente se asumía que la degeneración del cartílago de las articulaciones facetarias podía provocar inflamación y dolor directamente, lo que se denominaba “síndrome facetario”, o aumentar la carga sobre el hueso y producirlo por ese mecanismo. Como en el propio cartílago no hay nervios que puedan transmitir dolor, sino que éstos están en el hueso subyacente, se asumía que el desgaste de la articulación tenía que ser suficientemente intenso como para llegar a ese nivel para que pudiera provocar dolor.
Sin embargo, es muy frecuente observar signos claros de artrosis facetaria lumbar en la columna vertebral lumbar en personas sanas, que ni tienen dolor ni lo han tenido. A partir de los 40 años y en ambos sexos, más de la mitad de las personas sanas y sin dolor presentan imágenes de degeneración facetaria en un TAC o escáner,incrementándose su frecuencia entre 2 y 4 veces en los mayores de 60 años. En un tercio de estas personas, el grado de degeneración progresa de moderado a severoa lo largo de los siguientes 6 años, sin que eso se relacione con la aparición de dolor. Además, los estudios científicos más fiables demuestran que, entre los pacientes con dolor lumbar, resulta imposible identificar a aquéllos en los que el dolor podría originarse en esa articulación.
Los estudios científicos realizados demuestran que, en la columna lumbar no han demostrado ser eficaces tratamientos orientados específicamente a desinflamar las articulaciones facetarias o a lesionar los nervios que inervan la articulación facetaria con el objetivo teórico de impedir que sigan transmitiendo el dolor, como las infiltraciones facetarias o la rizólisis.
Por lo tanto, hoy en día se asume que, en teoría, la articulación facetaria puede ser origen del dolor, pero resulta imposible identificar con certeza a los pacientes en los que esa es la verdadera causa de su dolor, y la observación de imágenes de artrosis facetaria no modifica el tratamiento que se recomienda para los pacientes con dolor lumbar. De hecho, su presencia tampoco modifica la respuesta de los pacientes a ese tratamiento ni influye en su pronóstico.
Por el contrario, hay datos que apuntan que la articulación facetaria sí puede ser el origen del dolor en un subgrupo concreto de pacientes con dolor cervical, en los que la rizólisis ha demostrado ser eficaz. En esos casos, se asume que la inflamación o desgaste de la articulación facetaria activa los nervios que inervan la articulación y desencadena dolor.
Por otra parte, la artrosis facetaria puede conllevar la deformación de la articulación. Esto puede causar estenosis espinal, directamente o porque cause una espondilolistesis. En esos casos, si la estenosis espinal llega a comprimir una estructura nerviosa, puede requerir tratamiento. Pero en ese supuesto, lo que requeriría tratamiento sería la estenosis espinal, no la artrosis facetaria en sí misma.
Diagnóstico
Tradicionalmente se ha asumido que algunos síntomas y determinadas maniobras de exploración física permitían sospechar que el dolor lumbar de un paciente concreto se debía a la artrosis facetaria.
Se sospechaba en los casos en los que el dolor era especialmente intenso en aquellas posturas y movimientos que aumentaban la carga sobre la articulación facetaria (como arquear la espalda hacia atrás o andar), mientras que mejoraba en las posiciones en las que esa carga se aliviaba (como al inclinarse hacia adelante o sentarse). Si los resultados de la exploración física eran consistentes, y reflejaban que las posturas en las que se aumentaba la carga sobre la articulación facetaria reproducían o incrementaban el dolor, mientras que éste mejoraba en las que aliviaban esa carga, y además una prueba de imagen demostraba que existía artrosis facetaria, se asumía que éste era el motivo del dolor.
Sin embargo, cuando se ha analizado la fiabilidad de esas pruebas, se ha comprobado que ninguna es válida para identificar a los pacientes en los que la artrosis facetaria es la verdadera causa del dolor lumbar. De hecho, los tratamientos orientados específicamente a desinflamar esa articulación (como las ”infiltraciones facetarías”) carecen de pruebas científicas sólidas que demuestren su eficacia. No puede descartarse que tal vez sean eficaces en algún subgrupo concreto de pacientes que actualmente resulta imposible identificar de manera fiable, pero hoy por hoy no se ha demostrado.
En el caso del dolor cervical que se sospecha está originado en la articulación facetaria, sí es posible confirmar o descartar ese origen. Para ello, deben realizarse tres infiltraciones sucesivas separadas por varios días. En dos de ellas se infiltra un anestésico, y en una con suero salino sin efecto que se usa de “placebo”. El paciente no tiene que saber cuáles son las infiltraciones en las que se inyecta el anestésico. Si después de cada una de esas dos infiltraciones el paciente percibe una mejoría relevante, que no percibe después de la inyección de suero, entonces puede concluirse que su dolor cervical emana de esa articulación y puede plantearse la opción de realizar una “rizólisis”.
Riesgos
En sí misma, ninguno. De hecho, no hay pruebas científicas sólidas que demuestren si realmente la artrosis facetaria lumbar puede ser una causa de dolor u otras limitaciones, o si sólo se trata de una “alteración normal asociada a la edad o el desgaste articular”. La “artrosis facetaria” cervical puede provocar dolor para el que existen tratamientos eficaces.
En algunos casos puede provocar espondilolistesis o estenosis espinal, pero eso no significa en absoluto que suela ser así, ni que, incluso en los pacientes en los que sucede, eso sea siempre una fuente de dolor u otros problemas. En los casos en los que la estenosis espinal causa problemas, estos pueden ser serios, pero existen tratamientos eficaces.
Como sucede en el caso de la degeneración discal y la artrosis vertebral, es previsible que el proceso de desgaste de la articulación facetaria siga progresando a un ritmo que depende, entre otros, de factores genéticos y mecánicos. Sin embargo, eso no significa en absoluto que tenga que causar dolor u otros problemas.
Tratamiento
Como no es seguro que sea una “enfermedad”, resulta controvertido que la artrosis facetaria lumbar deba ser tratada. Actualmente, ningún estudio justifica que los pacientes con dolor lumbar en los que se observen imágenes de “artrosis facetaria” tengan que ser tratados de manera distinta que los que no las presentan.
Tradicionalmente se ha recomendado el ejercicio, especialmente de la musculatura abdominal, para intentar aliviar la carga que soporta la articulación facetaria. En los casos en los que se sospechaba que la inflamación de la articulación facetaria era el origen del dolor, se han propuesto infiltraciones facetarias. Sin embargo, los estudios realizados no demuestran que esas infiltraciones sean eficaces. Con el mismo objetivo también se han planteado procedimientos que lesionan los nervios que inervan esa articulación, con el objetivo de impedir que transmitan dolor (“rizólisis”). Desgraciadamente, las pruebas científicas disponibles tampoco demuestran su eficacia para el tratamiento del dolor lumbar.
Por el contrario, sí existe un estudio riguroso que demuestra que la rizólisis puede ser eficaz en los pacientes con dolor cervical en los que se ha confirmado que el dolor se origina en una articulación facetaria cervical. En esos casos, es necesario confirmar ese origen con las infiltraciones anteriormente descritas. Si esas infiltraciones confirman que el dolor cervical se origina en una articulación facetaria cervical concreta, entonces puede plantearse realizar una rizólisis a ese nivel. Al cabo de unos meses, el efecto de la rizólisis puede disminuir. Se asume que eso sucede porque la destrucción de los nervios fue incompleta, o porque, al estar inervada cada articulación facetaria por nervios procedentes de varios segmentos, algunos de los nervios no destruidos pueden ir asumiendo la inervación que previamente aseguraban los que se destruyeron. Cuando el efecto de la rizólisis cervical ha sido apreciable, pero disminuye con el tiempo, se puede repetir el procedimiento, sin que sea necesario pasar por la fase previa de infiltraciones anestésicas para confirmar su origen.
Qué casos hay que operar
Antiguamente, algunos médicos recomendaban la cirugía para el tratamiento del dolor lumbar que atribuían a artrosis facetaria. En esos casos, recomendaban la fusión vertebral o “artrodesis”, con la idea de que al eliminar la articulación (y convertir las dos –o más vértebras- en un solo bloque óseo), se impedía que esa articulación pudiera seguir siendo una fuente de dolor. Sin embargo, las pruebas científicas disponibles no confirman que la “artrosis facetaria” sea en sí misma una causa de dolor lumbar; demuestran que, si lo es, no resulta posible identificar a los pacientes en los que ése es el origen de su dolor, y reflejan que la artrodesis no es más eficaz que el ejercicio para el tratamiento del dolor de espalda, por lo que actualmente esa recomendación carece de fundamento. Tampoco en los casos de dolor cervical debido a artrosis facetaria existen pruebas científicas de que esa operación sea eficaz en esos casos.
La cirugía está indicada en algunos casos concretos en los que la artrosis facetaria produce una estenosis espinal sintomática. Pero en esos casos, lo que determina la indicación de la cirugía es la estenosis espinal, no la artrosis facetaria en sí misma. Una de las técnicas quirúrgicas que está indicada en algunos casos muy concretos de estenosis espinal, es la “colocación de un dispositivo interespinoso”. Algunos cirujanos recomiendan su colocación también en casos de “artrosis facetaria”, con el concepto de que eso podría reducir la carga que soporta esa articulación, pero actualmente no existe ningún estudio ni prueba científica que respalde esta recomendación.
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