Degeneración discal y artrosis vertebral o "espondiloartrosis"
Qué es
Consiste en la degeneración del núcleo
pulposo del disco intervertebral, que pierde grosor y densidad.
Vista lateral
1. Normal
2. Osteofito
Cómo se produce
La artrosis vertebral se produce por el normal desgaste del disco intervertebral . En la juventud, el disco es grueso y de consistencia gelatinosa. A medida que transcurren los años, se deshidrata y pierde altura al modificarse la composición del ”núcleo pulposo”. Esto explica que, a partir de cierta edad, se pierda estatura por la pérdida de grosor de los discos. A partir de los 30 ó 40 años de edad es normal que la radiología muestre signos iniciales de artrosis vertebral a algún nivel de la columna, tanto si se padece o no dolor. Al menos un tercio de los hombres y mujeres asintomáticos con edades comprendidas entre los 40 y 59 años presentan imágenes de degeneración discal en la columna lumbar y dorsal en un TAC o escáner, incrementándose su frecuencia entre 2 y 4 veces entre los que mayores de 60 años. Y en un tercio de los hombres y mujeres asintomáticos de más de 60 años, progresa de moderada a severa en 6 años, principalmente en la columna lumbar
Además, el desgaste de la “envuelta fibrosa” puede conllevar la rotura de alguna de sus fibras, y facilitar que aparezcan fisuras, protrusiones o hernias discales .
Cuando el disco se desgasta, disminuye su capacidad de amortiguación, aumenta la carga que soporta la vértebra, y el hueso crece, apareciendo “osteofitos” (o “picos de loro”), que a veces pueden llegar a unir vértebras adyacentes. Sólo causan problemas en los casos infrecuentes en los que producen una estenosis espinal o comprimen un nervio.
Los estudios científicos concluyen que en la aparición más o menos temprana de este proceso y en su progresión influyen factores genéticos, nutricionales, traumáticos y mecánicos.
El 80% de la población general tiene dolor de espalda en algún momento de su vida, y todos los adultos por encima de cierta edad muestran signos de “degeneración” discal. Por ello, es frecuente que “dolor” y “degeneración discal” coincidan en una misma persona, pero los estudios científicos disponibles demuestran que la “degeneración discal” no es una causa de dolor. De hecho, la “degeneración discal”, incluso en sus fases más avanzadas, se observa por igual (y no más frecuentemente) en pacientes crónicos con dolor que en personas sanas que jamás lo han padecido. El 47% de los adultos sanos de entre 35 y 50 años que ni tienen dolor de espalda ni lo han padecido jamás, muestran signos de degeneración discal avanzada.
Distintos estudios científicos han demostrado que:
El sobrepeso corporal no acelera la degeneración discal. Por el contrario, un aumento progresivo del peso corporal de hasta 12 kg, retrasa la degeneración, aunque se desconoce el efecto cuando el sobrepeso es mayor. En un individuo sano, el sobrepeso moderado y el ejercicio protegen frente a la degeneración discal. En discos previamente degenerados, la carga excesiva puede acelerar el proceso degenerativo.
El tabaquismo tiene un efecto negativo, aunque mínimo, sobre la degeneración discal, explicando el 2% de la degeneración del disco.
Trabajar con cargas pesadas también tiene un efecto mínimo sobre la degeneración; justifica el 7% de la misma en discos previamente degenerados, y no tiene efecto en discos sanos. Por otro lado, tener mayor capacidad para levantar cargas, es decir, tener más fuerza para soportarlas, retrasa la degeneración discal.
El principal determinante de la degeneración discal es la carga genética, que explica el 61% del grado de degeneración de los discos.
Síntomas
En contra de lo que se creía antiguamente, actualmente se sabe que no causa dolor.
A medida que el disco se va desgastando, la musculatura tiene que hacer un trabajo progresivamente mayor para sostener la columna vertebral y mantener el equilibrio durante los movimientos. Si la musculatura es suficientemente potente y resistente, y los distintos grupos musculares se coordinan bien, puede asumir ese esfuerzo adicional. Se podría plantear que, en caso contrario, ese esfuerzo podría facilitar que apareciera dolor por sobrepasar la capacidad del músculo y desencadenar el mecanismo neurológico que puede mantener el dolor. Sin embargo, los estudios realizados demuestran que no existe ninguna correlación entre el grado de desgaste del disco intervertebral y la existencia o no de dolor; cuanto mayor sea el desarrollo muscular, menos directa es esa relación.
Así, la degeneración discal no sería una “causa” de dolor, sino, todo lo más, un “factor predisponente. De hecho, se observan signos de “degeneración” muy avanzada en personas que no tienen ningún dolor pero sí una musculatura suficiente.
Diversos estudios que han comparado la evolución a largo plazo de la degeneración discal en pacientes sometidos a tratamiento quirúrgico o conservador, han demostrado que la degeneración progresa de forma similar en ambos grupos, y que el grado de desgaste no tiene ninguna repercusión clínica.
Riesgos
Cuando el disco está muy desgastado y amortigua mal el peso, el exceso de carga que transmite al hueso hace que éste pueda deformarse, formando un "puente óseo " con la vértebra inferior: es el denominado "osteofito". Aunque no suele plantear problemas ni causar dolores, a veces puede comprimir un nervio o producir estenosis espinal. En este caso, sí puede provocar dolores o pérdida de fuerza, y puede ser necesario operarlo..
Tratamiento
Los estudios realizados concluyen que:
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El tratamiento del dolor de espalda es el mismo existan o no signos de “degeneración discal”. De hecho, tener “degeneración discal” no modifica la respuesta al tratamiento ni influye en su pronóstico.
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La cirugía por degeneración discal (colocación de prótesis discales) o realización de artrodesis no obtiene mejores resultados que el ejercicio físico, mientras que sus complicaciones, riesgos y efectos secundarios (además de costes), son mucho mayores.
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