Base, indicaciones y riesgos: Antiinflamatorios no estereoideos
Objetivo
Disminuir la inflamación
que complica la mayoría de los dolores de espalda.
Fundamento teórico
La inflamación aparece a consecuencia
de la liberación de distintas moléculas, que interaccionan
entre sí. Los antiinflamatorios no esteroideos actúan
esencialmente dificultando su fabricación o liberación.
La mayor parte de ellos actúan dificultando la fabricación
o liberación de prostaglandinas, siendo éstas unas
de las sustancias implicadas en la puesta en marcha de la inflamación.
Pruebas científicas de su eficacia
Los estudios científicos demuestran la eficacia de
los antiinflamatorios no esteroideos para reducir el dolor y la
limitación de la movilidad que caracteriza los episodios
agudos de dolor de espalda utilizados por vía general (oral,
en supositorio o intramuscular). El efecto de los antiinflamatorios
tópicos (pomadas) no ha sido evaluado, por lo que no se puede
recomendar.
Las Guías de Práctica clínica basadas en la evidencia científica disponible reconocen la
eficacia de los antiinflamatorios para mejorar el dolor de espalda
y determinan que los distintos tipos de antiinflamatorios no esteroideos
tienen una eficacia muy similar entre sí y que son más
eficaces para tratar el dolor de espalda que el dolor
irradiado a la pierna o brazo.
Riesgos y efectos secundarios
Cuando se toma un antiinflamatorio no esteroideo
por vía general -por ejemplo, por vía oral, en supositorio
o en inyección intramuscular-, pasa a la sangre y se reparte
por todo el organismo. La parte que a través de la sangre
llega a las estructuras implicadas del dolor de espalda, pueden
mejorarlo. Pero el resto es inútil y puede generar efectos
secundarios.
Los efectos secundarios son específicos de cada tipo
de fármaco y se detallan en sus prospectos. Afectan aproximadamente
al 10% de la población. Los efectos secundarios más
frecuentes de los antiinflamatorios son la lesión del tubo
digestivo -que puede variar desde el simple ardor de estómago
hasta el desencadenamiento de un sangrado por úlcera- y,
menos frecuentemente, la lesión del riñón.
Cuanto mayor sea el tiempo durante el que use
un fármaco, menor suele ser su eficacia y mayor el riesgo
de que aparezcan efectos secundarios, por lo que es importante evitar
la auto-medicación y tomarlos estrictamente según
la prescripción del médico.
Por otra parte, nunca debe usar aquellos fármacos
a los que tenga riesgo de ser alérgico o un médico
haya contraindicado en su caso. Hacerlo podría llegar a provocar
la muerte.
Se recomienda el uso de antiinflamatorios en las fases de
mayor dolor: en las crisis agudas o en las exacerbaciones de los
casos crónicos, con el fin de mejorar la intensidad de los
síntomas. Son los fármacos más habitualmente
utilizados con este fin.
En general, y salvo excepciones, para disminuir el riesgo
de efectos secundarios se recomienda no usarlos más de 3
meses seguidos y deseablemente menos de 14 días.
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