Estrés
Resumen
El estrés aumenta el riesgo de padecer dolor de espalda
principalmente porque facilita la aparición de contracturas
musculares, pero además porque disminuye el umbral del dolor
y suele ir acompañado de una actitud
negativa ante ese dolor. Lo ideal es resolver la situación que provoca
el estrés, pero también se pueden contrarrestar sus efectos realizando
alguna actividad
física y siguiendo las normas
de
higiene postural.
El estrés es uno de los factores
que aumenta el riesgo de padecer dolor de espalda, pero se pueden
tomar medidas para evitarlo y controlarlo.
¿Qué aumenta el riesgo de dolor de espalda en las personas estresadas?
Aunque los estudios realizados para medir este efecto han tenido
resultados contradictorios, se acepta que el estrés altera el estado
de los nervios que controlan el funcionamiento de los músculos,
por lo cual facilitando su contractura.
En esa situación, la contractura muscular puede aparecer ante esfuerzos
musculares muy pequeños, o incluso espontáneamente, y desencadenar
episodios dolorosos.
El estrés también podría interferir en la coordinación de los
distintos grupos musculares que participan en el funcionamiento
de la espalda. En condiciones normales, los abdominales
y la musculatura
paravertebral se coordinan entre sí para mantener una postura
o conservar el equilibrio durante el movimiento. Esta coordinación
depende de reflejos nerviosos. El estrés podría afectar a la coordinación
de estos reflejos y provocar que la musculatura se contrayera inadecuadamente
o a destiempo, lo que facilitaría su contractura.
Aunque el hecho de que el estrés facilite la aparición
de contracturas musculares parece ser el mecanismo fundamental a
través del cual se presenta el dolor de espalda, también
pueden participar otros factores:
- Las estructuras nerviosas se activan cuando hay estrés, de modo
que éste también puede disminuir el umbral del dolor
y hacer que su intensidad se perciba como mayor de la que realmente
es.
- El estrés puede facilitar una actitud ante el dolor que
aumenta el riesgo de que éste
surja o persista durante
más tiempo. Esta actitud
se caracteriza por:
- Disposición negativa ante el dolor del dolor, al
asumir que va a persistir y va a limitar la capacidad y calidad
de vida de forma permanente.
- Miedo al dolor y reducción de la actividad, así
como abuso de la medicación sintomática e interrupción de las tareas
que provocan el más mínimo aumento del dolor, o incluso de las que
no lo provocan pero el sujeto cree que pueden hacerlo.
- Escasa confianza en uno mismo para controlar
el dolor y la incapacidad que conlleva, y transferencia a terceros
-médicos u otros profesionales sanitarios- de la responsabilidad
de hacerlo.
- Además, en ocasiones confluyen en las personas estresadas
otros factores de riesgo como el sedentarismo,
la falta de actividad y la mala forma física.
¿El dolor de espalda puede tener consecuencias negativas para
la persona estresada?
Habitualmente, no. Aproximadamente el 80% de la población
sufre dolor de espalda en algún momento de su vida, y la inmensa
mayoría padece estrés de manera ocasional, periódica o constante.
El dolor de espalda puede ser una molestia más para la persona estresada,
pero el padecerlo no tiene más consecuencias negativas que las propias
molestias que depara.
Sólo en personalidades predispuestas puede desencadenar pautas
de comportamiento psicosomáticas (en las que el sujeto aprende
a convertir los conflictos psicológicos en síntomas físicos), hipocondríacas
(en las que se convence de sufrir afecciones físicas que no padece
realmente -e incluso cree percibir sus síntomas-), u obsesivas (en
las que su dolor de espalda se convierte en el centro de su vida).
Por otra parte, si el estrés se mantiene mucho tiempo y provoca
dolores de espalda con cada vez mayor frecuencia y duración, el
dolor puede llegar a cronificarse. Un mecanismo
neurológico puede explicar que cuanto más dura o se repite el dolor
de espalda, mayor es el riesgo de que se cronifique por sí mismo,
con independencia de cuál sea la causa que lo desencadenara inicialmente.
Este proceso es más probable y rápido si al aparecer el dolor se
hace reposo y se reduce la actividad física.
¿Qué hacer para prevenir y tratar el dolor de espalda en las personas
estresadas?
Evidentemente, lo primero que se debe tratar es el propio estrés,
resolviendo las situaciones que lo provocan cuando es viable, o
aprendiendo a vivir con él de la forma más sana cuando no lo es.
Con ese fin existen técnicas psicológicas eficaces. Cuando las situaciones
estresantes son pasajeras también se puede valorar el uso transitorio
de algunos psicofármacos como los ansiolíticos bajo supervisión
médica. Desde luego, si está frecuentemente estresado conviene que
consulte a su médico, psicólogo o psiquiatra.
También se pueden tomar las siguientes medidas para reducir el
impacto del estrés en la salud de la espalda:
- Mantener el mayor grado posible de actividad física. Además
de ser eficaz para prevenir el dolor de espalda, la actividad física
regular puede contribuir a controlar el estrés y reducir su impacto.
Puede ser tan sencillo como acostumbrarse a ir andando en algunos
desplazamientos cotidianos en vez de tomar siempre un medio de transporte,
o subir cada día algunos pisos a pie, en vez de usar siempre el
ascensor. Si es posible, es todavía mejor practicar algunos deportes
aeróbicos, como correr o nadar. 20 ó 30 minutos en días alternos
ya comienzan a marcar una diferencia apreciable. Si va a iniciar
la práctica habitual de un deporte, es conveniente que consulte
antes a un médico para valorar su situación general y que cumpla
las normas
de higiene postural en el deporte que permiten hacer casi cualquiera
de ellos reduciendo el riesgo para la espalda.
- Conocer y cumplir las
normas de higiene postural que le enseñan cómo adoptar las posturas
y movimientos propios de la vida cotidiana de forma que la carga
para la columna vertebral y su musculatura sea menor y se reduzca
el riesgo de contracturas.
- Mantener y desarrollar la musculatura de la espalda. El
entrenamiento de la musculatura
implicada en el funcionamiento de la espalda disminuye el riesgo
de que se contracture. Si se practican correcta y asiduamente, algunos
ejercicios aeróbicos como la natación pueden ser suficientes para
mantener en buen estado la musculatura de la espalda y el estado
físico general. Los programas de ejercicios específicos para la
musculatura de la espalda, sólo son eficaces sobre esos grupos musculares
y no sobre el estado general, pero requieren menos tiempo y se pueden
alternar con ejercicios aeróbicos cuando la disponibilidad de tiempo
lo permite. En una sección de esta Web se muestran los
ejercicios más eficaces para la musculatura de la espalda.
Si el dolor aparece, hay que aplicar el tratamiento indicado. En
una sección de este Web se indican todos los tratamientos
que existen para el dolor de espalda, y en otra sección, las pautas
de tratamiento que combinan las medidas que han demostrado ser
más eficaces.
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