Base, indicaciones y riesgos: Tratamientos psicológicos
Consiste en aplicar métodos para modificar positivamente el comportamiento
o las percepciones del paciente. Aunque los programas pueden variar de un ámbito a
otro, los más completos usan técnicas psicológicas de modificación
de comportamientos, dan información al paciente e incluyen ejercicio
físico, técnicas de relajación muscular y medidas en el entorno
familiar, social y laboral.
Objetivo:
Modificar la actitud y el comportamiento del
paciente con dolor de espalda, promoviendo la confianza en su capacidad
física e incitándole a estar tan activo como sea posible.
Fundamento teórico:
Muchos pacientes con dolor de espalda crónicos
desarrollan una actitud
ante el dolor que desencadena un círculo vicioso consistente
en ansiedad y miedo exagerado al dolor, exceso de reposo, falta
de actividad física, desconfianza en su capacidad física y aumento
del riesgo de padecer episodios dolorosos más largos y frecuentes.
Finalmente, esa situación puede abocar a más dolor de espalda,
incapacidad, depresión e invalidez laboral.
La terapia conductual, o comportamental pretende mejorar
que el dolor de espalda y evitar que genere esas consecuencias psicológicas
y sociales. Su objetivo es mejorar la actitud y comportamiento del
paciente ante el dolor, con el fin de incitarle a estar tan activo
como sea posible y enfrentarse
mejor al dolor.
Distintos programas incluyen diferentes técnicas
para lograr ese objetivo. Los más completos son muy intensivos y
duran 8 horas diarias durante 4 semanas. Incluyen 3 horas diarias
de ejercicio y actividad física, establecimiento individualizado
de los objetivos para cada paciente, resolución de problemas, sesiones de relajación, educación
sanitaria y contactos con el entorno familiar, social y laboral
del enfermo, de forma que toda la información e incentivos que reciba
le estimulen a aumentar su actividad y minimizar las limitaciones
que causa el dolor. Esos programas pueden incluir la participación de
médicos, fisioterapeutas, enfermeras y psicólogos.
Dentro de las técnicas concretas que han demostrado ser efectivas, destaca el tratamiento cognitivo conductual, la meditación consciente (o “mindfulness-mediated stress reduction”), y la terapia congnitiva funcional.
Pruebas científicas de su eficacia:
Los estudios científicos realizados coinciden en señalar que los tratamientos psicológicos pueden mejorar el grado de discapacidad (definida como “restricción de la actividad cotidiana debida al dolor”) y la confianza del paciente en su propia capacidad para gestionar su situación clínica y su actividad diaria (es decir, su “auto-eficacia”). Los resultados sobre la evolución del dolor son más inciertos; sin embargo, en general muestran un efecto beneficioso o neutro, pero no perjudicial.
Cuál sea el tratamiento psicológico más apropiado para un paciente concreto, puede depender de sus propias características y de la disponibilidad de profesionales especializados en su entorno. En general, la magnitud de los resultados obtenidos ha sido mayor en aquellos estudios en los que se han implantado mecanismos de comprobación del grado de formación de los terapeutas que han aplicado los tratamientos, y estos eran profesionales con 2 o más años de experiencia.
Riesgos y contraindicaciones:
Ninguno, salvo que su complejidad y coste
puede limitar su accesibilidad.
Indicaciones:
Las recomendaciones basadas en la evidencia científica disponible coinciden en aconsejar alguna o varias formas de tratamiento psicológico.
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